La iniciación cristiana, es un proceso de transformación, en el que, quien participa, asume una nueva identidad y desarrolla una nueva vida.

Para comprender el sentido de esta afirmación planteada en Aparecida es importante describir el horizonte en el que, a modo de faros, ciertos documentos del magisterio orientarán nuestra reflexión… Señalamos principalmente: Ecclesiam Suam (1964), El Concilio como acontecimiento y documentación, Evangelii Nuntiandi (1975), Catechesi Tradendae (1979), Novo Millenio Ineunte (2001), Aparecida (2007)… finalmente y los Lineamientos y Orientaciones para la Renovación de la catequesis de Iniciación Cristiana (2010)

Ciertas premisas

La Iglesia necesita tomar conciencia de su propio Misterio… A la luz de esta conciencia necesita emprender una profunda renovación/conversión… Desde esta nueva perspectiva, va al mundo con un profundo deseo de compartir el propio Misterio, a través del diálogo:

“Si verdaderamente la Iglesia, como decíamos, tiene conciencia de lo que el Señor quiere que ella sea, surge en ella una singular plenitud y una necesidad de efusión, con la clara advertencia de una misión que la trasciende y de un anuncio que debe difundir. Es el deber de la evangelización. […] Nosotros daremos a este impulso interior de caridad que tiende a hacerse don exterior de caridad el nombre, hoy ya común, de «diálogo»”(ES 26).

La EVANGELIZACIÓN es pues, un diálogo y por tanto no podría concebirse como un discurso… (unidireccional, simple), no podría entenderse como una cosa que se entrega, una palabra que se aprende, una doctrina que se acepta, acciones en las que el destinatario actúa en forma pasiva… La EVANGELIZACIÓN supone un proceso complejo en el que el destinatario es “interlocutor”, y se involucra toda su persona, madurando gradualmente en esta interacción dinámica en la que se reconoce la iniciativa de Dios:

Lo que importa es evangelizar —no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces— la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et spes (50), tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios” (EN 20).

Momento Privilegiado

La catequesis como momento privilegiado de esta aventura evangelizadora no escapa a este planteo:“La Exhortación apostólica «Evangelii Nuntiandi» del 8 de diciembre de 1975, sobre la evangelización en el mundo contemporáneo, subrayó con toda razón que la evangelización —cuya finalidad es anunciar la Buena Nueva a toda la humanidad para que viva de ella—, es una realidad rica, compleja y dinámica, que tiene elementos o, si se prefiere, momentos, esenciales y diferentes entre sí, que es preciso saber abarcar conjuntamente, en la unidad de un único movimiento.(48) La catequesis es uno de esos momentos —¡y cuán señalado!— en el proceso total de evangelización” (CT 18).